miércoles, 5 de junio de 2013

Crónica de la Feria del Libro de Madrid y la Blogger Lit Con... Ah, y la Boda Roja

El viernes quedé con M. Braceli, ganador del Domingo Santos 2012, autor de Orpheus, devorador de mitología clásica; uno de esos tipos con las que dan ganas de apoyar la cabeza sobre las manos y limitarse a escuchar lo que tiene que decir: con comida tailandesa en el estómago y después de charlar sobre los personajes femeninos y sus tristes denominadores comunes en novelas de éxito como Los juegos del hambre, Crepúsculo o 50 sombras de Grey —Manuel tiene un punto de vista la mar de interesante sobre esto; tengo en mente montar un podcast en este blog y ese sería uno de los primeros capítulos—, nos encaminamos a la caseta 300 (Antonio Machado), donde disfrutamos de la inmejorable compañía de sus libreros: hablamos sobre venados, la muerte, Muerte —de Gaiman— y la necesidad de invasiones bárbaras periódicas para renovar el mundo.

Mi amigo Álex Portero sabe qué hay al final de esta carga.
Leo hoy que el género fantástico ha sido el más demandado en la Feria del Libro, con amplia diferencia, y que además es algo que al parecer viene produciéndose desde hace tiempo. Mi percepción está muy sesgada ya que la caseta en la que firmé es de literatura general, no especializada, pero aquí están mis conclusiones basadas en mi limitada experiencia: el lector de literatura fantástica no pasa de los cuarenta, de los treinta y muchos si me apuras, y son los jóvenes quienes se muestran más entusiastas a la hora de adentrarse en ese género. El lector que ya conoce la fantasía y la disfruta viene con una predisposición no evidente, pero que sí se deja intuir, mientras que aún hay un porcentaje nutrido de lectores que no se plantea siquiera acercarse al género. Miran la contraportada para saber de qué va ese libro de la portada con tintas y cuando identifican una serie de palabras clave, lo dejan donde estaban.

Lo cual me lleva a pensar que los niños crecidos al abrigo de los productos —culturales y de consumo— de corte fantástico de los 80 y los 90 ahora se convirtieron en adultos que siguen buscando y consumiendo esos contenidos. Los nacidos en los noventa, por otra parte, se ha criado en una sociedad en la que la fantasía goza de una aceptación mucho mayor, más difusión, más medios, más autores, en la que está más disponible que nunca y se promociona con fuerza. Comparad el número y la recaudación de películas basadas en libros de fantasía o cómics de hace tres décadas con la situación actual. Pues eso. Es algo que comentábamos Antonio Martín Morales y yo en la charla de la Feria de Sevilla, a cargo de Bibliofórum, y en la charla de literatura fantástica de la Blogger Lit Con (luego hablo de ella): el friki de los 80/90 ha dejado de ser un niño para convertirse en un adulto con poder adquisitivo, y junto a la nueva hornada juvenil acostumbrada a leer fantasía, se ha conseguido que la fantasía adquiera una presencia, una entidad, un poderío comercial, si se me permite la expresión, que hace que las editoriales empiecen a tenerla en consideración y surjan iniciativas como Fantascy o haya un boom de sellos que publican género fantástico. El tiempo dirá si se convierten en algo estable o en el síntoma de una moda pasajera.

Pienso que el futuro en este aspecto es todo lo halagüeño que puede ser un sector del panorama editorial: en España hay cantidad y hay calidad, hay autores excelentes que solo necesitan tener el foco sobre ellos para mostrarle a quien quiera detenerse en sus páginas que son capaces de crear, transmitir y emocionar. ¿Se librará la fantasía de su etiqueta de género juvenil? Creo que lo hará, sin duda, y que es cuestión de tiempo. ¿Se libará de ser tachada de género denso, inaccesible? Depende de los autores. ¿Hay mercado de lectores en España para sostener una producción abultada de autores patrios de género fantástico? Tal vez. Quizá sea cuestión de crearlo a golpe de talento y promoción, mucha promoción. La alternativa es quedarnos escondidos debajo de una piedra y chuparnos el dedo mientras nos lamentamos de lo mal que va todo. Y no sé vosotros, pero yo odio el sabor de mi propio pulgar. Así que vamos a ver qué sucede ahí fuera.

Al día siguiente me reuní con el señor Braceli, Iria Parente, Bárbara Hernández y Juan Díaz —colgaré sus fotos, que merecen posts enteros, más adelante— para asistir a la Blogger Lit Con. Os cuento.

Dedicando ejemplares de El Rey Trasgo
durante la Blogger Lit Con.
En primer lugar, se trata de una convocatoria que no gira en torno o está financiada por actividad comercial alguna, que no tiene más respaldo que el de las personas que la organizan y siguen, además de las editoriales que deciden apoyar el evento con ejemplares gratuitos —no dejéis de hacerlo nunca, por favor—, una iniciativa que solo parte del deseo de compartir una afición sin que nadie se lleve un duro, y que coge y reúne a más de 250 personas. Y no para colocarle una bufanda deportiva a una estatua, sino para hablar de libros. De libros. En la España del S.XXI: la España del Gran Hermano, de la emigración —o el balance migratorio positivo inverso por afán de ver mundo, o como se diga ahora—, de los recortes en cosas que estorban, como cultura, educación e investigación para dedicar ese dinero a financiarle las cervezas a la casta. En esa España negra, injusta, cazurra, amarga, eterna, ensañada con los jóvenes y los débiles, son precisamente esos jóvenes los que se reúnen en un enorme grupo para reír juntos, leer juntos, compartir experiencias, sensaciones, recuerdos, para engalanar sus libros con recuerdos de tinta, para hablar. De libros. En la España del S.XXI. Si no crees que eso es la definición de “maravilloso”, apártate de mi vista. Esos jóvenes, los que han leído, los que se han asomado a más mundos, los que han alimentado sus inquietudes y su curiosidad con letras, serán sobre quienes en un futuro recaiga la posibilidad de hacer de esta una sociedad un poquito más justa. Si es que para entonces aún les quedan ganas de enderezar este garbanzal, claro. Si para entonces no se han largado todos, haciendo cortes de manga desde el avión.

Dicho lo cual, entre una atmósfera positiva, optimista y enérgica, participé en el encuentro de autores de Kelonia junto a Bárbara, Manuel, Sergio Alarte y Juan Torregrosa, autor del próximo lanzamiento de la editorial, la novela de ciencia ficción “Ocaso en Shangai”. Hablé, cómo no, de trasgos, de tintas, de la segunda parte de la novela, de los títulos de la pentalogía —sí, finalmente es una pentalogía, sí, daré los títulos... más adelante— y de por qué creo que los autores somos cavernas de eco, con sus propios sonidos, sí, pero cuya principal aportación es devolver modificado aquello que nos llega, devolver las palabras que nos visitan con nuestra propia voz. Después, Bárbara nos regaló a todos el privilegio de dedicar ejemplares de Pétalos de Papel y El Rey Trasgo con acuarelas. Cada vez que sostenía uno de sus pinceles, se formaba un corrillo alrededor. A veces solo deseas que las personas que te rodean sean plenamente conscientes de su enorme valía.

M. Braceli, el rey de los trasgos, Bárbara Hernández, Sergio R. Alarte, Juan Torregrosa
Tenía muchas ganas de hablar con José Antonio Cotrina y Antonio Martín Morales de fantasía: ambos son unos monstruos, con la pluma —o el teclado— y con el micrófono, así que mis expectativas eran altas. Y quedaron cubiertas, vaya si lo quedaron. Hablamos de por qué han de morir nuestros personajes, de escribir sobre las vicisitudes del ser humano en un mundo de fantasía (los reinos, las criaturas y las armaduras son atrezzo, lo que interesa realmente es indagar en la naturaleza humana, dije, o algo así), de las fuentes de inspiración de cada uno de nosotros —libros, por supuesto, pero también cómics, series o películas—, del prometedor futuro de la fantasía —los tres estábamos de acuerdo en que la cosa pinta todo lo bien que puede pintar— y de nuestros respectivos trabajos. Una charla en la que la participación del multitudinario público fue imprescindible: cada vez disfruto más respondiendo preguntas en vez de hablando por mi cuenta. Que no os sorprenda si mi próxima presentación consiste en “hola, me llamo Alberto, he escrito un libro de fantasía con tintes oscuros y trasgos que sabe a lágrimas, sangre y roca, ¿preguntas?”. No, en serio. Que no os sorprenda.

José Antonio Cotrina, Antonio Martín Morales, un término medio entre bárbaro y caballero
El día siguiente, Anabel Botella y Laia Soler hablaron de sus novelas, sus motivaciones, la industria, la distribución, los negros literarios y todo lo que hay entre medias. No conocía a Laia, aunque me pareció que aúna esa mezcla perfecta entre pasión y cabeza que tanto escasea y que tan atractiva encuentro. Anabel es un torrente de personalidad sereno y constante y se puede aprender mucho escuchándole. En suma, la Blogger Lit Con fue un evento fantástico del que guardo un recuerdo excepcional por el ambiente que fue capaz de crear, las oportunidades que me brindó de ponerme en contacto con los lectores y la calidad humana de sus participantes y organizadores.

Oh George, you so crazy.
Bien, y ahora la otra cosa. Juego de Tronos. El episodio noveno de la tercera temporada. La Boda Roja. La misma maldita historia de siempre: ese halo de preeminencia con el que se cubren aquellos aficionados (ocurre en la música, en el cómic, en la literatura, allá donde mires) que, por algún motivo que se me escapa, parecen querer situarse en un estrato superior de fan al de aquellos que solo ven la serie, quienes no tienen tiempo, o ganas, o ninguno de ambos, para leer los libros. Comentarios paternalistas acerca de lo monas que resultan las reacciones de los espectadores, spoilers gratuitos bajo el pretexto de que los libros “salieron hace mucho y ya deberíais de haberlos leído”. Altanería. No es el fin de la civilización occidental y he leído algunos posts francamente divertidos... pero por otra parte, es la constatación de que una parte de los aficionados aún se muestra reacia a que el género se popularice. "Y si se populariza, que queden claro que aún hay clases". ¿Por qué no plantearlo de otro modo?

A veces, merced de la presencia de lo fantástico en la cultura popular, se nos olvida que el género y los aficionados en su conjunto aún son percibidos en algunos sectores como un nicho endogámico, un coto en el que el objetivo no es disfrutar de una afición en común sino coronarse como el mayor experto, el más friki, el que estaba primero, el fan original. No creo que esto funcione en base a quién llegó primero, quién tiene más trienios, quién es el alfa y quién el beta. Esto, opino, va de disfrutar todos juntos de las mismas historias, de compartir emociones, de ver a la gente que alucina con la Boda Roja de la serie con alegría, no con condescendencia o peor aún, con un sutil toque de altivez. Tendríamos que estar dando palmas por el hecho de que haya tanta gente que se ha lanzado a la serie sin haber leído los libros: eso significa que el gran público se atreve a dar el salto cuando hay medios y promoción suficientes. Si la serie solo la viesen los lectores, eso sí sería un fracaso sonado: significaría que la fantasía es, como afirmaban los más férreos detractores, un nicho, una caverna que se alimenta de sí misma, un género que solo puede interesar a un tipo muy concreto de aficionado. Un producto para frikis. Y aunque fuese un éxito comercial, creo que eso supondría una derrota para el género fantástico y sus posibilidades.

La próxima ocasión en la que veáis a alguien flipar con un episodio de Juego de Tronos, en vez de colgarse la medalla de veterano y recomendarles leer libros con el tono del viejo profesor de Lengua y Literatura,  ¿por qué no celebrar el simple hecho de que estén inflando la cuota de pantalla de una serie de contenido fantástico basada en un libro? Y si queréis animarles a leer los libros... bueno, solo quiero decir que quizá haya otra aproximación, otro enfoque a tan sano objetivo, que no implique arruinarles el episodio de una serie.

Alejémonos de la endogamia, anda, que ya sabemos a qué conduce eso.

¡Quemadlos a todos! ¡Bisoños! ¡Impuros! ¡Mainstream!
¡Yo leí los libros! ¡Yo estaba primero! ¡Yo soy especial!
¡YO SOY ESPECIAL Y VOSOTROS NO!

1 comentario:

  1. Buena entrada, caballero.

    Voy a comentar otra cosa, pero cada vez que veo el título "50 sombras de Grey", sufro un ataque de bipolaridad concentrada. El título original del libro es "50 shades of Gray", en fin, "50 tonos de Gray/gris". El título tiene sentido, y el churro de traducción me legitima para buscar un día a quien perpetró semejante barbaridad y clavarle, como antaño, la oreja en la picota para escarnio, mofa y befa de todo el que se anime. No es más que un detalle dentro del despropósito que es ese libro, pero en fin...

    Y sobre lo que iba yo a decir, pues sí, ya ves, la fantasía se abre camino. En realidad, basta con que llegara al gran público, cambiar el formato. Básicamente, hacer una trilogía del señor de los anillos tan mainstream que los mainstreamers lloraron de rabia por no ser cool, pero fueron a verla, porque ante todo, un mainstreamer es un mainstreamer, y luego la serie de Juego de Tronos, basada en un concepto tan sencillo como el formato de telenovela.

    Calidad en fantasía hay de sobra. Faltaba abrir las puertas y ya lo han hecho. Ahora, que cada uno aporte su granito, si quiere, y que otros decidan. Siempre habrá miles que protesten o se burlen. Bueno, yo me burlo de la literatura romántica, así que peco de lo mismo. Todos, por más que vayamos de justos por la vida, tenemos prejuicios y en la oscuridad de nuestros salones los alimentamos y los mimamos, para luego disfrazarlos en público. Da igual, la puerta está abierta. Eso es lo que importa.

    Por cierto, vaya mierda de fin de semana el mío. Estuve a punto de asistir a ambos eventos, la feria del libro el Viernes y la blog lit con el Sábado pero nada... cagontó.

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