lunes, 13 de mayo de 2013

Cosas que aprendí -o que sospechaba y confirmé- en la Feria del Libro de Sevilla

Sevilla es una ciudad preciosa. Y calurosa. Y si se te cae la cartera, te lo indican educadamente en vez de llevársela. Y no han visto a un hombre con kilt en su vida. En Cádiz tampoco. En cualquier caso, no sé si Sevilla tiene un color especial, pero tiene muy buena gente y un ambiente espléndido.

Hay tres reacciones generales por parte del público cuando dices que escribes fantasía:
  • Comentar lo buen regalo que será para sus hijos/sobrinos/nietos. La fantasía aún se percibe por buena parte de los asistentes como un género juvenil. Es algo de lo que hablamos Antonio Martín Morales y yo durante la charla sobre literatura fantástica a cargo de Bibliofórum: la percepción que se tiene sobre el género fantástico y sus lectores está cambiando de forma paulatina pero notable. Hace un par de décadas, la fantasía era percibida como un subgénero, un subproducto cultural, un artículo de consumo ligero para lectores poco exigentes, no era "auténtica literatura". Yo he oído decir "a ver cuándo empiezas a leer libros de verdad" cuando ya tenía a mis espaldas el Silmarillion. A día de hoy aún existe la poco fundamentada e irreal impresión de que la fantasía es un género fundamentalmente juvenil; no obstante, sí percibo que la imagen que se tiene de ella como género ha cambiado. Ahora es una opción. Una alternativa. Ahora tiene un sitio en el imaginario colectivo; un sitio que, al fin, no tiene que compartir con las escobas y los artículos de limpieza. Es por ello por lo que siento un gran respeto hacia autores como George R. R. Martin, que han ayudado a llevar la fantasía a nuevas cotas de popularidad y le han quitado de encima la imagen de "historias para chavales". Aunque ahora no lo percibamos, en un años miraremos atrás y diremos: "nombres como este hicieron que fantasía se empezase a escribir con mayúsculas". Al tiempo.
Ojito con qué regalas al sobrino. No solo por la violencia,
sino por la complejidad narrativa, el lenguaje, la trama...
  • Interés. Sí, he dicho "interés" no "absoluto interés". A menos que seas un gran nombre, nadie va a ir corriendo a que le firmes su ejemplar. Se acercarán, ojearán, se marcharán, puede que vuelvan o puede que no. No he estado en muchas casetas, así que no se os ocurra tomar mi experiencia como algo más que las vivencias de un autor novel que quiere compartir con vosotros lo que va aprendiendo por el camino. En cualquier caso, esto sí os puedo decir: cuando estás en frío, sentado, viendo la gente pasar, hay que identificar esa pequeña chispa de interés, esa minúscula llamita, y tratar de avivarla. Hay autores que son capaces de despertar esa chispa por ellos mismos y no tengo palabras para expresar mi admiración hacia ellos. Pero cuando digo "avivar la llama" no digo "abrumarla". Sopla demasiado fuerte y se apagará. Sopla demasiado suave y no conseguirás nada. No intentes vender un libro: intenta vender una idea, una experiencia. ¿Difícil? Nos ha jodido. Nadie dijo que fuese fácil. Pero precisamente porque es un reto, es una tarea fascinante. 
  • Desinterés. He visto cosas que no creeríais. He visto lectoras retroceder sin dejar de mirarme después de identificarme como autor de género fantástico. He visto miradas de confusión absoluta, como si hablase en un dialecto muerto hace siglos, pese a utilizar una palabra tan castellana como "fantasía". El interés que pudiese despertar tu portada se pierde como lágrimas en la lluvia. Es hora de asumir que lo que tu escribes, por muy bien escrito que esté, no despierta la menor curiosidad. Y la verdad, tampoco pasa nada. No esperabas gustar a todo el mundo, ¿verdad? Hablando de la cual: gracias a Bárbara Hernández por la portada del trasgo y su irresistible poder de atracción. Y gracias a Constantino Romero, que marchó a Valhalla ayer. Otro motivo para llevar a cabo grandes gestas: poder escuchar relatos heroicos con su voz, entre interminables cantidades de cerveza y jabalí.
"Pues debió haberse armado cuando decidió decorar su salón con mi amigo."
Escalofríos.

La cola para que firme libros un dietista -profesión tan honrosa como cualquier otra, ojo- excede, por mucho, por muchísimo, a la de un escritor. La cola más larga de un escritor, por lo menos que yo llegase a ver, fue la de Javier Sierra, que tenía un nutrido grupo esperando. También estaba Julio Anguita, que no llegó a tener mucho público, no al menos cuando pasé ante su caseta, porque ya no es un personaje de actualidad. Sin embargo, el equipo de "El método de la báscula" -parece que es algo enmarcado en un programa de la televisión local, por lo que he visto- tenía tal cola que tenía que dividirse mediante vallas y aún así pasaba por delante de dos casetas. El poder de la televisión, amigos. Llega a estar Jorge Javier Vázquez y el evento se hubiese llamado "Feria del Libro de Sevilla y alrededores" por el tamaño de la cola. ¿Puede llegar a molestar, a irritar que tus esfuerzos literarios no encuentren la recompensa que esperabas? Hace poco hablé acerca de ello, de qué escribes y para quién, y los resultados que cosechas por ello. ¿Quieres vender libros? Sal por la tele.

Hablando de lo cual, despiertas más interés por tu libro hablando sobre otras obras, o sobre otros autores, o sobre otros temas, que cuando hablas sobre el tuyo. Este punto es importante. No hables de lo maravilloso que eres, de tu ombligo, de lo bien que escribes -por favor, en serio, no-: demuestra que tienes algo en la puñetera cabeza. Que tienes cosas interesantes que decir, que en ti bulle la curiosidad, que eres apasionado, que tienes cierta idea de lo que hablas, que eres honesto con lo que sabes y con lo que ignoras, que tienes la capacidad de sorprender, ya sea con una observación afilada, con una broma en el momento oportuno -ni antes ni después- o con una idea. La charla de Bibliofórum me puso en contacto con personas que podían estar interesadas en El Rey Trasgo -no lo estaban entonces, pero tenían el potencial de estarlo- y me dio un espacio y un micrófono para hacerles reflexionar, pensar o entretenerse durante una hora.
Suscitar interés sobre algo, sin pretenderlo, hablando indirectamente de ello.
No es la primera vez que me pasa.

¿Qué supone tener un micrófono delante? Es una oportunidad. Nada más. No es una garantía ni -como a veces parece- un favor que le estés haciendo a la organización, o al público, o al mundo. Es una oportunidad. ¿De qué? De cautivar. No necesariamente sobre tu obra. No, de cautivar con ideas. Sobre literatura, sobre la naturaleza humana, sobre historia, sobre sentimientos. Escribe de lo que sabes, habla de lo que sabes, y hazlo con pasión. Y si el lector percibe que parte de esas ideas están plasmadas en tu libro, puede que se interese por él. "Puede", "potencial", "posibilidad". Escribes sobre un género minoritario en un país quebrado, amigo. No hay nada seguro. No hay certezas, hay oportunidades. Tienes una hora por delante y un micrófono: aprovecha esa oportunidad. Sácale todo el partido. Haz soñar a los asistentes y quizá, solo quizás, estarán dispuestos a pagarte para que sigas haciéndoles soñar cuando ya te hayas marchado de la ciudad.

Y solo me queda dar las gracias. A Elena, por llevarnos, por ser un sol y por tomar nota de mis horribles frases de corte erótico-festivo para su próxima novela. A María, por ser todo un descubrimiento, su excelente conversación y sus Historias Médicas para No Dormir. A Jesús, al que deseo la mejor de las suertes en todo cuanto está emprendiendo. A Albo, por no darme un tortazo, por tardón. A Mamen, por ser al mismo tiempo brújula y navío. A Laura, por su compañía, por no dejar de sonreír. A Concha, por su apoyo y hacerme sentir entre amigos. A Antonio, por lo fácil que es crear una sinergia con él, por ser un monstruo creativo. A Carmen, por ser fuerte en un mundo que quiere que te rindas. A mi hermana, por acogerme, por estar construyendo su camino con tanta sensatez y cuidado. A todos los nuevos amigos que hice. A los asistentes al evento, comprasen un trasgo o un libro sobre básculas. A todos. Gracias.

11 comentarios:

  1. Vas cuando no estoy yo allí ¿te parece bonito? Ahora tienes que venir a Dubai, que los hombres no llevan pantalones :-)

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  2. ¡Lo siento! Soy un desastre para el timing. Y a todo esto, ¿un kilt no sería una falda demasiado corta para Dubai? ¡A ver si me van a pedir que me tape las rodillas!

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  3. A todo aquel que se aleje al escuchar la palabra "fantasía" le diría que es una lástima, porque eso significa que nunca han debido leer nada de Borges, Cortázar, García Márquez y esos raros que escribieron o escriben aún un subgénero para niños...Ah, ¿qué los han leído? Entonces, ¿por qué dicen que no han leído fantasía? ¿Es que quizá no sabes lo que lees, machote? ¿Es que quizá el logo de "marca reconocida, aceptada y respetada por la sociedad cultureta" te impide saber lo que estás haciendo?

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  4. La verdad, es una pena que todavía siga habiendo gente que piense así.
    La fantasía siempre ha sido mi género preferido, y he tenido que escuchar todo tipo de comentarios de ese tipo. Con lo que escribo pasa lo mismo, mucha gente se pregunta cuando pasaré a la literatura de verdad...

    Al menos gracias a algunos autores, poco a poco la gente va olvidándose de prejuicios como esos. Ánimo para ese tipo de situaciones :)

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  5. Si quieres ver reacciones extrañas un día te llevaré a mi pueblo, que verás qué risas.
    Gracias a ti por la compañía, así no me sentí tan solita ante el peligro porque ya viste que la gente retrocede cuando le dices que tu novela es de fantasía, pero si les largas que es de ciencia ficción además se persignan. Y porque no llevaban agua bendita en el bolsillo que si no lo mismo hasta nos hubieran refrescado.

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    1. Ojalá me hubiesen tirado agua bendita. Hubiese quedado genial en mi currículum literario... :(

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  6. Mauro, eso mismo precisamente comentaron Concha y Antonio en un momento, con el ejemplo del realismo mágico, que es algo con lo que mucha gente ha entrado en contacto. Hablar tan a la ligera del género fantástico, cuando no se denosta directamente, es de una miopía inmensa.

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    1. Y digo más, Borges no decía que escribiera realismo mágico. Borges decía que escribía fantasía. Que lean una antología de relatos llamada El Aleph y verán que en uno de ellos lo dice claramente.

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    2. El Aleph. :D No recuerdo específicamente esa cita -lo leí hace tiempo-, pero disfruté mucho de su lectura.

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  7. Ay, Alberto. A la denominada literatura fantástica le ocurre como a otros estilos narrativos (véase el caso de la novela negra). El problema está en los que hacen ver a la gente que esos son subgéneros en vez de maneras diferente de narrar. No existe el buen o mal género, sino el buen o mal escritor. Habrá novelas históricas, negras, fantásticas, de terror de gran calidad; mientras que otras del mismo subgénero resultan reflejo de un talento ínfimo.

    A esto se añade la propaganda -y empleo esta palabra de manera deliberada, con todas sus connotaciones negativas- que se haga de una obra, por mala que sea. Si los medios la venden bien, el público en general la aceptará como buena aunque no sea así. Y lo mismo sucede al contrario.

    Es un contexto difícil en el que luchar, pero me alegra que, poco a poco, vayan saliendo a la luz buenos escritores de diferentes estilos.

    Un abrazo.

    Patry.

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  8. Tengo que decir que compré El Rey Trasgo sin conocerte, ni conocer nada de tu novela, solo al ver un vídeo sobre el Celsius donde decías cuatro frases contadas. Con eso me ganaste. Tienes potencial y un don para atrapar la curiosidad de la gente Alberto.

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